domingo, 17 de julio de 2011

POR QUÉ NOS DIVORCIAMOS

¿Por qué nos divorciamos?
Por lo general existe un distanciamiento emocional progresivo que culmina con el hecho del divorcio. También puede existir algún caso en el que algún detonante (por ejemplo una infidelidad), lo precipite, pero suele ser poco común si la pareja goza de una buena relación.
La mayoría de los cónyuges recuerdan la última etapa de su matrimonio como infeliz y, en la mayoría de los casos, es la mujer la que se decide a proponer un fin para este malestar.
Tanto en las parejas jóvenes como en las adultas la decisión se toma porque se busca algo más en la relación que no se encuentra. La separación parece lo más indicado a esta situación desdichada. Muchas de estas expectativas no cumplidas se deben a la mala información que sobre el matrimonio existe o se pretende dar, tanto a nivel religioso, como social como de una pretendida autorealización personal. La comparación con la realidad pone de manifiesto tales diferencias.
En el caso de las personas adultas cuyos hijos ya se han independizado, el hecho de no tener que "mantener" la estructura familiar les da vía libre para tomar la decisión de la ruptura si su relación no era buena. No sienten ninguna atracción por pasar el resto de sus vidas juntos y creen la separación lo más conveniente.

- Los hijos ante el divorcio
El divorcio significa para un hijo, en primer lugar, la dificultad de poder tener acceso directo a sus padres. Durante la primera etapa este acceso también se reduce debido a los propios problemas emocionales de los padres. La comunicación no suele ser demasiado directa y al ver que uno de sus progenitores abandona el hogar paterno-materno, tienden a preguntarse si el otro también les abandonará.
Sus sentimientos son confusos, de tristeza, se sienten enfadados con sus padres e incluso con ellos mismos, pues a veces se culpan de la separación y piensan no haber actuado como deberían. En ocasiones demuestran un comportamiento ejemplar con la esperanza de que los padres se reconcilien. Ante estas situaciones hay que explicar claramente que la causa del divorcio está en los padres y que éste es definitivo.
Mientras se ultima el divorcio y después de éste, las relaciones del hijo con los padres cambia y se desvinculan afectivamente; no se encuentran en condiciones de ser comunicativos ni cariñosos y a veces controlan poco sus actos. Esto resulta especialmente llamativo cuando los padres lloran en sus hombros, compiten por su custodia e incluso llegan hasta el soborno (emocional o mediante regalos).
Otra característica habitual es su rechazo frente a las nuevas relaciones de pareja que puedan entablar sus padres. Si su edad no es muy corta, pueden verse a sí mismos como el nuevo "hombre o mujer de la casa" y protector del cónyuge con el que viven (sobre todo en el caso de que éste sea la madre). La aparición de una tercera persona despierta en ellos la rivalidad y su comportamiento para con él/ella, puede ser muy hostil.
La reacción de los hijos
- El tipo de relación con los padres
El apoyo emocional y el compartir experiencias en la vida es un aspecto esencial en el desarrollo emocional de un hijo. No es tan importante el que ambos progenitores se encuentren en casa como la calidad de la relación que se desarrolle; aunque el contacto no sea excesivamente frecuente.
No es extraño el hallar casos en los que los hijos se encuentran mucho mejor emocionalmente una vez que sus padres se han separado. Si su relación con ellos era adecuada, pero tenían que soportar las continuas disputas entre ellos dos, el ambiente de la separación va a eliminar esa circunstancia dañina.
- El grado de dificultad del divorcio
Si la hostilidad que se ha desarrollado durante el divorcio ha sido grande, el hijo va a desarrollar mayor temor y enfado, su bienestar va a disminuir.
La adaptación posterior va a ser más complicada debido a la inseguridad creada, sobre todo cuando su vulnerabilidad se acrecienta debido a las continuas riñas por su custodia y manutención. Si además se ve obligado a elegir entre uno de los progenitores, la situación se agrava.
- Los cambios en su rutina diaria
La adaptación a su nueva vida como hijo de divorciados será más fácil si se conserva intacto el resto de su vida. Los cambios de vivienda, de ciudad, de escuela, de normas, de amigos…van a ser otras fuentes de estrés que van a actuar muy negativamente en su ajuste a la nueva situación.
Es necesario que los padres se conciencien de este hecho por el bienestar de su hijo.
Los abuelos ante el divorcio
- Los padres de la pareja
Cuando el divorcio se consuma, es más probable que los padres del cónyuge que ha obtenido la custodia puedan ver a su nieto. En el caso de los padres del cónyuge que no obtiene la custodia, la situación es más difícil, sobre todo si el otro cónyuge decide cambiar su lugar de residencia o si las relaciones entre ambas partes no son buenas.
- El dolor de los abuelos
Para muchos de estos abuelos, esta es una circunstancia dolorosa (también puede serlo para los nietos) a la que a veces tratan de poner remedio solicitando derechos de visita.
Según las diferentes sociedades, la ley actúa de diferente forma. Según la opinión de los psicólogos, la interacción entre las generaciones de una familia es un aspecto que puede desarrollar mucho la capacidad empática y aumentar el desarrollo social y emocional del niño, pero como en todas las relaciones, se ha de valorar la calidad de esa relación.
El simple hecho de compartir un vínculo de sangre no garantiza que la relación entre un abuelo y su nieto vaya a ser mejor que entre ese nieto y una persona que no es de la familia.

1 comentario:

  1. El divorcio el gran problema de la sociedad. Pero como abogados en madrid nos centramos a ofrecer el mejor servicio a nuestros clientes para que todo les sea más fácil.

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